ALGUNAS CLAVES PARA HABLAR SEXUALIDAD CON NUESTROS HIJ@S
Una atmósfera
positiva hacia la sexualidad y hacia todo lo que la rodea. Si creemos que la sexualidad
es positiva debemos procurar transmitirlo, aunque en ocasiones seamos críticos o críticas con algunas situaciones. Razonemos, por
tanto, nuestras críticas
y comentemos también
lo bonito que nos parece, por ejemplo, ver a dos personas mayores en actitud
cariñosa en la
calle.
• Sinceridad. Es su ciente contar aquello
que sabemos (para lo que no sabemos podremos buscar con ellos y ellas otras
fuentes de información),
pero diciendo la verdad. ¿No es lo que esperamos por su parte?
•
Respetar la intimidad. Los chicos y chicas
adolescentes necesitan sus espacios de intimidad, del mismo modo que necesitan
tener sus secretos u otros interlocutores, además de la familia, para hablar de
estos y de otros temas. Es importante que los respetemos, así como que entendamos que, aunque
no nos busquen ya para todo, no hemos dejado de importarles y siguen necesitando
nuestra opinión y
nuestros criterios.
•
Hablar de nosotros, de nosotras y de nuestra
sexualidad.
Hablar de sexualidad en primera persona signica
aceptar primero nuestra propia sexualidad, así como mostrar disposición a hablar de estos temas, a compartir
las dudas e inquietides, tanto las suyas como las
nuestras. Por supuesto que tenemos derecho a no contar. Nuestra intimidad es
también
importante. Pero que conozcan nuestras propias experiencias, nuestras dudas y miedos, abrirá
el camino para que nos
cuenten las suyas, podrán servirles para su aprendizaje e, incluso, les proporcionarán alivio: ¡alguna vez sentimos cosas parecidas!
•
Intercambio de ideas. Con el diálogo y el intercambio de
experiencias aprendemos
a obtener una
imagen más clara
de nosotras mismas y nosotros mismos, de las demás personas y del propio mundo en el que
vivimos. De esta forma, las y los adolescentes tendrán más capacidad para tomar
decisiones de forma reflexiva
y responsable.
•
Imponer no es educar. En las familias hay que
establecer normas y éstas, a
veces, pueden generar desacuerdos.
Las normas han de ser razonadas y razonables han de permitir espacios de autonomía. Es importante explicarlas y llegar a un
acuerdo, diferenciando aquellos aspectos que pueden ser más negociables –la forma de vestir, las
actividades de su tiempo libre, la decoración de su cuarto– y aquellos que
menos –los
estudios, las responsabilidades domésticas–. Por
otro lado, podemos poner normas, pero nunca imponer valores, pues estos sólo pueden salir de cada una y
cada uno. Podemos proponerlos y, por supuesto, explicarlos, pero también aceptar que no siempre estarán de acuerdo con nosotros y
nosotras.
• Mostrar atención, interés, mostrar que te importa. Hay que saber escuchar y tener
buena disposición,
poner la misma atención
que esperamos recibir de parte de las y los adolescentes.
• Compartir dudas sin
transmitir prejuicios. Nuestra experiencia puede ser de gran ayuda para las chicas y chicos,
pero debemos refxionar cuidadosamente sobre si, a
veces, no estaremos proyectando nuestras propias carencias por la education sexual que hemos recibido. Compartir y
reconocerles que, como personas adultas, también tenemos dudas y incertidumbres puede
suponer una contribución importante a su proceso de autoconocimiento. Explicarles cómo superamos los errores y cómo construimos a partir de ellos
puede suponer un gran aprendizaje.
•
Hablarles de lo que necesitan. Por ejemplo, a muchos chicos y
a muchas chicas –tal
vez a nosotras y nosotros– les hubiera gustado que les hubieran hablado de que todos los cuerpos
maduran, aunque haya distintos ritmos; de que los cambios no son sólo la llegada de la menstruación, que también forman parte de estos los
granos, las caderas o los hombros que se ensanchan, los cambios en la voz, el
crecimiento del vello, etc.; y las nuevas emociones y deseos. Por supuesto,
habrá que atender
a la singularidad de cada persona, porque precisamente eso es lo que nos hace
especiales y únicos o únicas.
•
Hablarles cuando lo necesitan. Hablar de los cambios cuando
estos han sucedido o únicamente
una vez ayuda poco. Lo mejor es hablar antes e ir acompañando en el proceso, intentando
comprender sus dudas, sus preocupaciones, sin ridiculizarlas ni minimizarlas.
• Hablarles
de lo importante. Y no sólo
son importantes los cambios en los cuerpos, aunque han de saber que estos
estarán preparados
para el placer y el afecto.